A punto de cumplir veinte años en el mundo del transformismo, la artista repasa su historia y lo que significa permanecer y resistir sobre unos tacones
Luna Diva es una de las figuras más reconocibles e importantes del drag barcelonés. Nacida en Italia y de raíces venezolanas, la artista encontró en Barcelona un refugio y un escenario donde poder florecer. Tras casi 20 años de carrera, ha hecho de la versatilidad, la ironía y la fuerza su sello personal, convirtiéndose en una de las travestis más queridas (y ‘temidas’) de la Ciudad Condal.
Con motivo de su 40º cumpleaños, conversamos con ella sobre sus inicios, su evolución y lo que significa seguir brillando en una escena que nunca deja de cambiar…
P: ¿De dónde surge Luna Diva?
Luna Diva nace de varios intentos de ser drag queen. Cuando me mudé a Barcelona, en 2006, empecé a frecuentar la discoteca Arena. Por aquel entonces, mi amiga Lucrecia Brigitte presentaba un concurso de travestis, y una semana me pidió que le cubriera una baja. Había mil euros de premio y un contrato de un año, así que imagínate… Como yo ya tenía experiencia en el mundo del espectáculo (ya que había sido animador en hoteles), me animé a echarle un cable y terminé participando como concursante. Quedé segunda en la final, pero aquella experiencia me marcó.
P: ¿Y en ese momento fue cuando comenzaste en el drag, no?
No, todavía no del todo. Después de aquello, me fui a trabajar fuera durante un tiempo, pero en 2008 volví a Barcelona con la idea clara de dedicarme al drag. Me presenté de nuevo al mismo concurso y, esta vez, lo gané. A partir de ahí todo cambió: empecé a trabajar en locales como Strass, y lo que antes hacía como animador de hoteles, ahora lo presentaba como Luna Diva.

P: ¿Cómo te definirías para alguien que no sabe nada de ti?
En dos palabras. La primera, un torbellino, ya que lo soy en el escenario y también en la vida. Soy una persona con mucha energía y carácter, que siempre está en movimiento. También me definiría como alguien cambiante, como mi nombre indica. La luna tiene muchas fases, y yo igual: me adapto a todo tipo de shows, siempre intento reinventarme y mostrar nuevas facetas de mi personaje.
P: ¿Quiénes te inspiraron al principio de tu carrera y quiénes te inspiran ahora?
En mis inicios me inspiraron muchas artistas del elenco de Strass, como Coral Star, Kyra Shimai y Davina Adams. Kiro fue mi madre drag, me enseñó la historia del drag barcelonés y el arte del music-hall. Davina, por otra parte, me hacía revivir mi etapa como animador con sus espectáculos llenos de bailarines y proyecciones, una propuesta que en aquel entonces era una novedad.
A día de hoy me inspira mi ‘familia drag’, es decir, mi hijita Norma Le Satine, mi hermana Caballota Fagmer y mi querida Venus Hartman, la ‘cabrona’ que me enseñó a ser una auténtica ‘hija de puta’. Creo que cada drag que pasa por tu vida te enseña algo, da igual si lleva cinco meses o veinte años dedicándose a ello; al fin y al cabo, te nutres de lo que ves, y eso es lo que te hace crecer como artista.
P: Comentas que eres una ‘hija de puta’. Tu lengua es famosa por ser afilada, pero, ¿siempre ha sido así?
Siempre he tenido la lengua afilada, sí. Antes decía las cosas sin pensar, ahora las pienso dos veces… y las digo más fuerte todavía… JAJAJA. Eso puede a veces generar malentendidos con otras compañeras, porque no a todo el mundo le gusta escuchar algunas verdades. En el pasado fui muy mezquina, lo reconozco, pero hoy intento ser simplemente sincera.
P: ¿Cómo te ha tratado la escena barcelonesa?
Muy bien, Barcelona siempre me ha dado mucho, no tengo ninguna queja. Siempre he tenido mucho trabajo y oportunidades. Es verdad que también he rechazado algunas, como ser bailarín en el musical de La Bella y la Bestia, pero no me arrepiento, ya que en aquel momento tenía estabilidad laboral y prefería eso.

P: ¿Qué papel tiene La Sastrería en tu historia?
Para mí, La Sastrería es mi hogar. Antes de eso, actúe en muchos sitios, como en fiestas del Grupo Matinée o en el bar Bim Bam Bum. Con los años cerraron muchos de los locales dedicados al travestismo, y espacios como La Sastrería han sido una nueva oportunidad. Aquí he sido presentadora, he hecho bingos, shows… un poco de todo. Es una empresa que apuesta por ti, y eso hoy en día… ¡Vale oro!
P: Cumples 40 años…
¡Shh! ¡Calla! JAJAJA
P: ¿Qué dirías que cambia y qué no?
Pues mira, los 40 son los nuevos 20. No siento ningún cambio anímico, para mí, cumplir años es sumar un número. Lo importante es cómo llevas tu vida y con quién te rodeas. Si estás feliz, no te amargas, y eso te mantiene joven.
P: ¿Te da miedo el paso del tiempo en este arte tan visual?
¡Para nada! En abril cumpliré veinte años como drag, y en todo este tiempo no he necesitado abrirme de piernas ni tirarme de una barra para seguir adelante. No niego que me gustaría participar en un concurso de televisión (como Drag Race), pero sin eso, he conseguido mantenerme en la cresta de la ola. Hoy por hoy, si hay alguna drag de la que se hable en Barcelona… ¡Esa soy yo!
P: ¿Te queda algún sueño pendiente por cumplir?
Pues… He sido muy afortunada: casi todo lo que me he propuesto, lo he hecho. Pero sí me gustaría tener un local propio, un restaurante de espectáculos donde dar oportunidades a otros artistas.

P: ¿Qué consejo darías a quienes quieren empezar en el drag y no se atreven?
Yo les diría que se lancen. Cada persona vive su drag de forma diferente, y eso es lo bonito. El travestismo te hace crecer, te da herramientas para afrontar la vida. Si no fuera por el drag, no sé si seguiría en este mundo…
P: Por último, y para concluir la entrevista, ¿cómo te gustaría ser recordada?
JAJAJA… Me gustaría ser recordada como ‘la perra más icónica de Barcelona’. Que la gente diga: <Ay, pobrecita, se murió… era una cabrona, pero era la mejor>. Porque como diría Melody: <Luna Diva es valiente, poderosa, cuando sube a un escenario, posa como una diosa>.
